Ahora, cada vez más, es habitual escuchar en los medios de comunicación lo que nos depara el futuro de la automoción, concretamente la...
Ahora, cada vez más, es habitual escuchar en los medios de comunicación lo que nos depara el futuro de la automoción, concretamente la aparición de los coches autónomos. Pero ¿realmente estamos preparados para ello? ¿Será factible la implantación de estos vehículos?
Los fabricantes de automóviles, empresas tecnológicas como Google, y los legisladores, prevén que en 2020 los coches sin conductor recorrerán las carreteras públicas de países como EE. UU., Reino Unido y Finlandia. La mayoría de los vehículos autónomos no serán propiedad de particulares, sino de empresas, que se los alquilarán a los viajeros por horas.
La conducción autónoma se anuncia como una forma de mejorar el tráfico en las carreteras y de reducir los accidentes.
¿Pero qué sucede con los efectos secundarios de los coches autónomos sobre el transporte público, el mercado del automóvil, con la caída de las ventas, y la salud?
Como sucede con la mayoría de las revoluciones tecnológicas, la opinión se divide entre la realidad y la utopía. Analicemos las ventajas.
- La retirada del volante al ser humano, con sus emociones, con sus distracciones y con sus errores, podría aumentar
el número de ambulancias libres para la atención de otras intervenciones, así como el espacio disponible en los departamentos de accidentes y emergencias de los hospitales.
- Los aparcamientos para coches son actualmente un problema urbano, pero tienen sus días contados si la propiedad de coches disminuye. Los coches autónomos rara vez aparcarán. En su lugar, circularán por las ciudades cambiando de pasajeros. Los parkings de
varias plantas podrían convertirse en vivienda y los garajes de las casas y sus accesos, en espacios verdes o salones.
- Los pubs y los restaurantes fuera de las ciudades podrían experimentar un boom, ya que no hará falta designar a un conductor para que no beba.
- Se recuperarán las ciudades y las
calles de los extrarradios. Aproximadamente
la mitad de su anchura está tomada
por coches aparcados durante
días. Los niños podrían utilizar el espacio
liberado para jugar y sus padres,
para socializar.
- Las feas señales y líneas de las carreteras
se convertirán en una cosa del
pasado. Los coches autónomos no las necesitan. El paisaje urbano y rural mejorará.
- Tendremos más tiempo libre, una media de unos cincuenta minutos más al
día, según un estudio de la consultora estratégica global McKinsey.
Pero habrá inconvenientes.
- Entre todos esos desafíos está el del volante. ¿Es el diseñador capaz de eliminar todo control por parte del usuario de una máquina inteligente y permitir que sea totalmente autónoma en todas las situaciones con el fin de lograr el máximo beneficio?. La pregunta está en el aire. Si Google (o cualquier otro fabricante) no pone un volante en un automóvil sin conductor,
¿cómo pueden los conductores tomar
el control cuando sea necesario, en situaciones imprevistas extremas? El coche no será capaz de responder a cada situación, así que ¿por qué no iba a ser un ser humano capaz de tomar el control en circunstancias extremas o cuando quiera ir adonde el vehículo autónomo no pueda? ¿Y qué protección hay para poner el automóvil al control del conductor cuando el coche está dañado, actualizado incorrectamente o, peor aún, hackeado? Y si se determina de poner un volante para esos hipotéticos
casos extremos, de los cuatro amigos que van a cenar, hay uno que ya no podrá beber vino?
Por otro lado, se nos podrían dar las siguientes situaciones:
- El pirateo se convertirá en una amenaza.
Habrá personas que intenten desmantelar el software de sus coches, provocando accidentes. Los hackers y
los terroristas organizados tratarán de provocar grandes accidentes.
- Se desatará el caos cuando los operadores de coches autónomos no
recarguen lo suficiente sus vehículos y estos se queden sin energía en una situación de tráfico denso. Pero los coches autónomos gestionarán mejor sus maniobras para eludir a los vehículos parados.
- Ante la caída de los ingresos por aparcamiento y multas, los ayuntamientos
locales y los gobiernos nacionales tratarán de encarecer de nuevo el transporte con impuestos por kilómetro recorrido.
- Durante los primeros 20 años, aproximadamente, los medios de comunicación
centrarán su atención en cualquier accidente, por pequeño que sea, en el que esté implicado un coche autónomo, aunque en la actualidad
ignoren los 1,25 millones de personas que pierden la vida y los 20 a 50 millones que resultan heridas cada año en accidentes de carretera en todo el mundo.
- Los trenes podrían quedar condenados.
¿Qué sentido tienen si los coches y los camiones pueden combinarse para crear lo que es a todos los efectos un tren sobre raíles virtuales, en el que cada conductor disfrutará de su propio espacio?
En definitiva, ¿será una realidad la llegada del coche autónomo? Posiblemente lo sea, pero no de una forma globalizada o, por lo menos, no hasta dentro de unos cuantos años y, cuando este «avance» llegue, a los que nos gusta conducir nos van a privar de la sensación de ir al volante, de mandar en nuestros movimientos,de sentir el asfalto bajo nuestros pies... Yo quiero seguir disfrutando de la conducción.
Ricardo Arrudi de Motor 3000
